
¡Oh cuánta noche habitan nuestros deseos!
QUEVEDO, Marco Bruto
A modo de glosa de la frase magnífica del poeta, mi mano trazó el siguiente soneto, que quizá el viejo maestro no hubiera desaprobado del todo. Ilusiones anacrónicas, es claro. Literarias, quiero decir...
¡Ay, cuánta noche habita mi deseo,
ciego a quien guía una esperanza ciega
y que sin advertir adonde llega
me arrastra, ni fijarse en lo que veo!
Cambia de forma como aquel Proteo
que fantasea en una orilla griega
y en bahías soñadas se despliega
o se hunde en la oquedad como Teseo.
Dédalo del deseo, ávido hilo
que debiera enseñarme la salida,
remota luz del largo mar que espero:
símbolos son de un sueño que en sigilo
y a tientas me conduce por la vida,
mientras finjo que voy adonde quiero.