Ariadna en Naxos
Cierto, es vivir apenas este
instante,
como la perfección de esa belleza
de mujer que se duerme en la
espesura,
que reposa sin ansias, sin esperas,
y a la que atisba en su futuro un
niño
que ablandará ese vientre y esos
pechos,
que abrirá sin piedad esas caderas.
Sólo ese instante en que ella es
tan hermosa
como la música indecible y pura,
como el ave en el aire, como el día
suspendido en sí mismo y
derrumbándose
hacia el anochecer, hacia la nada.
Sólo ese instante mudo en la
espesura.
Sólo ese instante y nunca más y
olvido.