A mi hija
Oro pálido al fin, lánguida herrumbre
el derroche de luz trajo a la fronda.
Ya al sol vital la decadencia ronda;
a su imperio de fuego y pesadumbre
una barbarie de hojas amarillas
le anuncia un medioevo de humedades,
donde un monje dedica a las edades
los rasgos de su pluma en las cuartillas.
Así las estaciones se suceden
y la historia es un sueño sin medida
y caducan los siglos y el follaje.
Sólo tus ojos, Esmeralda, pueden
ver la hermosura oculta en el paisaje
de este dorado otoño de mi vida.
sábado, 2 de abril de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
hermoso soneto; ¿puede Bekes soltar las estructuras y ponerle palabras de adentro al abrazo?; es decir, fugar el intelecto.
Por supuesto que puede, Laura, todo el mundo puede hacer eso. Es lo más fácil. Para abrazar a un hijo, para reír o llorar de felicidad, no hace falta emplear el intelecto ni escribir nada... Escribir sin usar la inteligencia también se puede, pero me parece que de eso ya estamos más que llenitos. Basta mirar el diario.
No, no todo el mundo puede hacer eso. Bekes puede transmitir la emoción a través del intelecto, por eso no leí después del título y traté de sentir el abrazo de papá. Reconozco que fui pasional, no reflexiva y, tal vez, chocante.
Oh, mi falta intelectual, merece su tirón de orejas, me desterró del poema y me mandó a leer los diarios.
Ja ja. No, no lo tomes así... Es que está demasiado trillada, a mi modo de ver, la crítica a una supuesta intelectualidad de la poesía, como si la poesía pudiera no ser intelectual. Mirá, no creo que haya poema más "intelectual" que aquel de Banchs, "Balbuceo", que parece escrito por un tartamudo o por un tipo que no puede articular una frase. Por otra parte, mi soneto no es intelectual, fue naciendo como pudo, se hizo solo, llevado por el movimiento: el otoño, el fin de un imperio, la tarde de una vida... Los ojos de una niña que alumbran y ven más allá, más adentro. Te agradezco, Laura, tu constancia, y disculpame si estuve descomedido.
Abrazos, que a mí también me hizo gracia lo del diario. Ud.es un gran poeta, tiene que volar libre; y por favor, no pida disculpas, que, a pesar de mis faldas, también soy "caballera".
Esmeralda, la bella.
Acabo de leerlo. Me gustó mucho. Un abrazo. Alfonso
Publicar un comentario