viernes, 25 de marzo de 2011

Esmeralda

Y al fin ella ha venido. ¡Qué poca cosa somos
frente a aquella grandeza que aquí nos la ha traído!
Ella, perfecta y mínima, inmediata y futura,
duerme ahora en su cuna.
El hombre inclina y roza con su frente la tierra
de donde el pan le viene y adonde va su vida
irremediablemente: subyugado su orgullo
por la sabiduría que ha construido el rostro
de una criatura nueva, única como el ángel
que a Jacob le traía noticias indecibles.
Única como el sol, bella como la luna
y extraña a las lloviznas y costumbres del alma
como un nuevo poema que inesperado alumbra.
(Mi alma aprendió a ser alma en un barrio lluvioso,
donde anhelaba absorto a una niña distante.)

Ella al fin ha venido, ya no estaremos solos:
ya no nos perderemos como lluvia en el mar,
no iremos a la nada sin dejar nuestro anhelo
encarnado en la tierra, soñando otros senderos.
Una música noble la acuna desde siempre
y ella espera su tiempo, segura de esperarlo.
Ella es el sol que alumbra, mi amor, tu alma y la mía.

Yo sueño con la escala que remata en el cielo
y mi cabeza pesa como piedra en el suelo.

viernes, 11 de marzo de 2011

El aire vive

Claras estrellas verdes sobrenadan en el agua oscura
las hojas que con largo tallo flexible
se arraigan al fondo limoso.

En esta oscuridad acuática
se miran persiguiéndose los ojos cabrilleantes de la luz.

Desde el arqueado puente de madera
puedo ver, puedo ver lo que sin nombre
desde el principio está conmigo.

Alrededor revolotea gritando el benteveo,
la joven madre empuja el cochecito,
mi amada piensa en su dulce carga,
las sendas van hacia la pérgola. Arriba
bosqueja el ibirapitá su impresionista espuma amarilla
y entre el abrazo de las ramas trama la fronda
su libro verde indescifrable.
El viento ensaya un solo de tuba
en un alma vacía de botella.
El aire vive, aquí está todo,
se resumen los años en un soplo de río y lejanía,
todo el cielo en un vago estanque de aguas oscuras.

Todo el secreto del verano,
todo el secreto claro de la vida.