domingo, 20 de diciembre de 2009

Furio y la nieve

Uso y abuso hizo Horacio en sus Sátiras de esta receta de buen efecto cómico: burlarse como al pasar de alguien, sin que venga al caso, o como sin querer o sin darse cuenta. Algunas de estas risas son ciertamente rebuscadas y suelen ser las más eficaces. Me distrae una entre muchas. En la nekyia homérica, Odiseo baja al Hades para invocar a la sombra de Tiresias, único que puede mostrarle la forma de regresar a Ítaca. En la sátira V del libro II, el diálogo prosigue de una manera inesperada; Ulises consulta ahora al adivino acerca de cómo recuperar su hacienda, devorada por los pretendientes de su esposa. Tiresias le indica que se dedique a la caza de testamentos (profesión muy lucrativa en la Roma de Augusto, no hace falta decirlo, más que en la Ítaca de Ulises). En cierto pasaje, en medio de los detalles del oficio, Tiresias explica que éste requiere una perseverancia sin desmayo: hay que estar junto al anciano heredable, siempre, día y noche, llueva o truene, “ya hienda la roja canícula / taciturnas estatuas, ya de pingües tripas hinchado / Furio en los Alpes invernales escupa nieve cana”... Todo eso para decir, por supuesto, “verano e invierno”, pero también para agraviar de modo indeleble al “hinchado” Furio. (El texto dice tentus, que hace pensar en la hinchazón del miembro viril.) Por suerte para nosotros, Quintiliano en sus Instituciones Oratorias se acordó, sin dar nombre de autor, de un verso parecido, donde hay un inmejorable ejemplo de metáfora de mal gusto: Iuppiter hibernas cana niue conspuit Alpes, “Júpiter en los Alpes invernales escupe nieve cana”. Entendemos, pues, que el poeta de Venusia está remedando a un colega a quien quiere arruinar. El efecto de la parodia horaciana descansa en la sustitución de Iuppiter por Furius, equivalentes desde el punto de vista métrico. Poco importa aquí si el tal Furio es o no Furio Bibáculo de Cremona, que fuera amigo de Catulo, según nos dice, también al pasar, Tácito, y que quizá fuera el mismo Furio a quien Catulo le encomendó que llevara a Lesbia el mensaje de ruptura (Furi et Aureli, comites Catulli...). Sea quien haya sido, lo veremos siempre escupiendo nieve sobre los majestuosos Alpes invernales, por obra del escandaloso barroquismo de Horacio.

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